A las 4.30 de la mañana sonaba el despertador y el plato de
arroz me esperaba, me levante con ganas y a las 6 de la mañana ya estaba en
sabiñánigo para disfrutar de la prueba cicloturista por excelencia, la QH 2012.
A las 7.30 en punto sonaba el pistoletazo de salida y todo el mundo salió como
si una manada de toros bravos nos persiguieran. Yo salí en el último cajón y
algunos parecían auténticas balas de fogueo. Los primeros 30 quilómetros de la
prueba se desarrollaron a mas de 40 km/h de velocidad media y predominaron
durante todo el tramos de autovía hasta jaca las múltiples y multitudinarias
montoneras, cuadros y horquillas partidas,
sangre y desesperación entre tantos nervios ocupaban el ambiente.
Pasando villanúa la cosa se relajó y nos dirigimos hacia el
puerto del somport un pelotón en cabeza de la marcha de unos 1500 ciclistas. Una
vez pasada la localidad de Canfran estación el gran grupo se estiró cual
serpiente y yo ya no divisaba ni de lejos a los que marchaban los primeros,
subí tranquilo y coronaria a unos 3 o 4 minutos del primero.
Una larguísima
bajada de 40 quilómetros con algo de nubes y fresco en la parte baja nos
acercaba hasta las faldas del puerto de
la marie blanque. Un puerto con rampas durísimas conocidas por todos en el que
aunque intenté subir guardando fuerzas se hizo tarea muy complicada. Entre la
marabunda de ciclistas coroné el puerto a 12 minutos de los primeros, la cosa
no pintaba mal.
Después de una corta bajada nos plantamos en Laruns,
localidad que da comienzo al Col del Portalet por el lado Francés bajo un cielo
despejado y unas temperaturas muy agradables. A poco menos de un cuarto de hora
de la cabeza y con 120 kms. Ya recorridos, mis pensamientos eran optimistas
pero como todos los años que he participado ( y ya van 4 ) debido a mi corta
preparación en lo que a fondo se refiere por la corta duración de mis pruebas
de ciclismo adaptado, me esperó junto al cartel de 18 kms para coronar el
hombre del mazo en persona y me dejo seco.
Sin fuerzas y totalmente vacio agonicé
hasta el avituallamiento de la presa de Artouste donde tomé la decisión de
parar hasta que mi cuerpo estuviera totalmente recuperado para afrontar el
resto de la marcha sin sufrir ningún calvario y tranquilamente puesto que no
tenía ninguna necesidad de lo contrario.
50 minutos de parón fueron necesarios
para encontrarme totalmente nuevo y así continué para terminar tranquilamente y
disfrutando del resto del recorrido de la marcha y de lo más bonito del día que
como todos los años fueron los últimos quilómetros del portalet en los que te
sientes como un profesional en el Tour.
El próximo año intentaré regresar para volver a jugarle la
partida a mi querido portalet y puede que al año que viene le gane.
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